Cuando el transporte público se detiene, la bici compartida sigue rodando
03 julio 2025 — Miradas sobre el sectorMiradas sobre el sector
Cuando el transporte público se detiene, la bici compartida sigue rodando
En un momento en el que el transporte urbano se enfrenta a todo tipo de retos —infraestructuras envejecidas, fenómenos climáticos extremos, huelgas—, las ciudades necesitan redes de movilidad resistentes, capaces de adaptarse cuando los sistemas tradicionales fallan. El uso de bicicletas compartidas se ha convertido en una pieza clave para garantizar esa resiliencia: está ahí cuando más se necesita.
Los últimos datos del Informe Multimodal Lyft 2025 muestran lo importante que es este papel: un 37 % de las personas usuarias de los servicios que opera Lyft en EE. UU. han recurrido a la micromovilidad compartida cuando no había transporte público disponible. Pero la media nacional no cuenta toda la historia. En las grandes ciudades, los números son aún más impactantes: el 42 % en el Área de la Bahía, el 48 % en Portland, el 50 % en Boston, el 48 % en Washington D. C., el 56 % en Nueva York y el 45 % en Chicago han optado por una bici o patinete compartido cuando el transporte público se ha visto interrumpido.
Y no hablamos solo de usuarios ocasionales que buscan comodidad. Muchas de estas personas dependen del transporte público como su modo principal para moverse por la ciudad, y cuando éste falla, necesitan alternativas fiables. Más del 91 % de quienes usan la micromovilidad compartida en los grandes sistemas urbanos de EE. UU. también son usuarios habituales del transporte público, y el 81 % la usa para conectar con una parada o salir de ella, cerrando ese famoso "primer o último kilómetro". Además, el 51 % de quienes respondieron a la encuesta no tienen coche propio. Estas personas se mueven a diario con un sistema multimodal en el que no entra el coche particular.
Algunos programas que aprovechan la tecnología de las bicicletas compartidas de Lyft Urban Solution han compartido esta experiencia:
La reciente huelga de transporte de Montreal
La demostración más reciente -y a gran escala- de la resiliencia del uso compartido de bicicletas tuvo lugar durante la huelga de transportes de Montreal en junio de 2025. Una huelga del personal de mantenimiento de la agencia de transportes de la ciudad paralizó autobuses y metro durante nueve días, y el sistema de bicis BIXI se transformó de la noche a la mañana en una de las principales vías para moverse por la ciudad.
Los datos fueron espectaculares: durante siete de los días de huelga se superaron los 80.000 trayectos diarios, y el 11 de junio se alcanzaron 98.500 viajes, casi 20.000 más que el récord anterior. En total, el equipo de BIXI compartió cerca de 700.000 viajes durante la huelga, cubriendo 2,2 millones de kilómetros.
El equipo de operaciones de BIXI garantizó una experiencia fluida a todos los usuarios, incluso durante los picos de demanda. Su servicio de "aparcabicis" en las estaciones de anclaje fue clave para que todo el mundo pudiera encontrar bici o dejarla sin problema. Y este esfuerzo se notó: según los datos del informe (compartidos en el mismo artículo), el 86 % de quienes probaron BIXI por primera vez afirmaron estar dispuestos a seguir usándolo a largo plazo. Una muy buena señal para el futuro de BIXI como solución de transporte limpio y multimodal, y también para todas las personas que descubrieron el sistema gracias a esta huelga.
El cierre de la Línea Naranja de Boston
Montreal no es la única ciudad que ha tenido que lidiar con interrupciones del transporte público. Cuando el metro de Boston cerró toda la Línea Naranja durante 30 días en 2022 para realizar reparaciones de seguridad, Bluebikes tomó el relevo… ¡con excelentes resultados!. El número de usuarios diarios se duplicó con creces, pasando de 13.000 a 26.000 desplazamientos al final del cierre. Según el Informe Multimodal Lyft 2023, el cierre de la Línea Naranja supuso un aumento del 54 % en el uso de Bluebikes en agosto con respecto al año anterior.
Y atención al papel que jugó el ayuntamiento de Boston: durante esos días, ofrecieron abonos mensuales gratuitos y códigos de desbloqueo sin coste para los usuarios de la línea Orange, eliminando barreras económicas y dejando claro que la bici compartida es infraestructura esencial, no solo una alternativa cómoda.
Interrupción del servicio de metro en Washington D.C.
En una situación similar, pero un año antes, el sistema Capital Bikeshare de Washington D. C. también demostró su capacidad de respuesta durante la reducción de servicio del metro WMATA, que provocó aglomeraciones y largas esperas. En otoño de 2021, Capital Bikeshare ofreció 30 días de suscripción gratuita a quienes se vieron afectados, posicionándose como una opción paralela al transporte público más que válida.
La respuesta fue impresionante: el 89 % de quienes se dieron de alta, nunca antes habían usado Capital Bikeshare. Una muestra clara de que las interrupciones en el transporte pueden servir para que más gente descubra la bici como forma fiable de moverse cada día (Informe multimodal de Lyft 2022).
En 2021, las ebikes aún eran una pequeña parte del sistema, pero en 2024 —con una flota mucho mayor— el uso de bicicletas eléctricas creció un 143 % interanual. No cuesta imaginar lo fidelizados que estarían los nuevos usuarios si su primera experiencia hubiera sido en una ebike.
La ventaja estratégica del uso compartido de bicicletas durante las interrupciones del servicio
Los sistemas de bicis compartidas han demostrado una flexibilidad operativa impresionante cuando las ciudades sufren crisis de transporte. Son capaces de aumentar su capacidad rápidamente con estaciones modulares, más personal en puntos clave (“aparcabicis” en zonas de alta demanda), y movilización estratégica de la flota para redistribuir bicis.
Además, su naturaleza distribuida mejora significativamente las opciones de movilidad en la ciudad. Con cientos de estaciones repartidas por zonas residenciales, centros de trabajo o comercios, es posible acceder al sistema incluso en zonas donde no llega el transporte público convencional. Ayuda con el primer y último kilómetro, y ofrece rutas alternativas para que la gente pueda seguir yendo al trabajo, al médico o donde lo necesite, aunque haya cortes o huelgas.
El modelo basado en estaciones también aporta previsibilidad: las personas saben dónde empezar y acabar su trayecto y confían en que habrá bicis disponibles. A medida que crece la presión sobre las infraestructuras de transporte, contar con redes complementarias es cada vez más importante. La bici compartida ha demostrado que no es solo ocio o deporte. En momentos de crisis, se convierte en un salvavidas que mantiene a la ciudad en movimiento y a la gente conectada.
La bici compartida democratiza el acceso a la movilidad, se adapta a la demanda y sigue disponible cuando más se necesita.